Se levanta el fama a las ocho
en punto, ni un minuto más, levanta a sus pequeños famas imprimiéndoles la
prisa de la mañana, pues tienen que prepararse. Se asean, lavan los dientes, se
visten y rápidamente desayunan. El cronopio le suena el despertador rin, rin,
rin, pero lo apaga y se dice “cinco minutos más”, cuando se da cuenta han
pasado veinte minutos, ahora vienen las prisas, levanta a sus pequeños cronopios
y les dice “rápido, rápido que es tarde”, los viste con lo primero que pilla y
se asean.
El fama después de llevar a
sus famañiños al cole, regresa a su casa corriendo a realizar las tareas del
hogar, no se deja nada fuera de sitio, todo bien limpio y ordenado. El cronopio
al igual que el fama, lleva a sus cronopioñiños al cole y después no tiene
ninguna prisa por volver a casa, una vez ha vuelto hace lo justo y necesario
para que su día sea placentero y tranquilo.
El fama tiene que tener todo
controlado y sin salirse del guión mientras que el cronopio va haciendo según
surgen las cosas.
Jesús Martínez